viernes, 19 de abril de 2013

RIVERO


                                                             MARIO RIVERO
                                                                COLOMBIA
                                                                   1935-2009


COSAS QUE PASAN


Este hombre y esa mujer se conocieron cierto día
sin duda el hombre sonrío a la mujer
sin duda le trajo flores
sin duda llegó a conocer su olor entre mil
y hasta olfatear su ropa interior
su brassiére, sus pantalones
tirados sobre la cama.


Años después ella pasa con un  gordo contoneo
envuelta en pieles emplumadas
su perfume es el mismo barato y dulce
lo mismo ondula su grupa de sanguijuela encantadora
tiene en cambio los ojos turbios
como dos cuentas desteñidas de porcelana.


El parece un hombre serio y sobrio
con su cuentica en el Banco y su "curriculumvitae"
no hay duda de que ha sabido ubicarse bien en el proceso
la mira, la examina de una manera abstracta
como si examinara
una cosa vieja, oxidada
a la brillante luz del sol
Parpadeando estúpidamente desde un lapso de olvido
y sombra y grasa...
Tiresias ciego adivino de mamas arrugadas
todos somos él
-o algo parecido al menos-




MOTIVOS DEL DÍA


Mario me llamo
soy mordisco al aire
soy un husmea-cosas
soy un cuenta-cosas.


Todas las mañanas
siento la hoja de barba
y la caricia del agua
cuando en el piso de arriba
posiblemente
un hombre y una mujer
yacen abrazados.


El la tiene en sus brazos
medio adormilada
mientras oriento mis pasos
hacia el día.


Digo mentiras inútiles
y verdades inútiles
Converso con los ancianos
que descansan en la hierba
o sobre los pedestales
de los héroes
Con el buhonero
que vende transistores
o lentes para que alguien se esconda.


Con las nucas
que en los colectivos
se apoyan sobre el hombro
del vecino.


Con los huéspedes de las buhardillas
y las de los cuartos
de las casas coloradas
con rendijas
que miran a los árboles.


Llego hasta el apartado
esa ventanita al mundo
abro una carta
que tiene una estampilla
de los mares del sur
donde los pescadores
tiran varios días sus arpones
hasta dar caza al tiburón
entre espumas de sangre.


Voy al parque
y violo una naranja
para no mirar a una colegiala
que hace su colección
de hojas de otoño.


Soy bachiller en lentos
amaneceres en los puentes
Todos mis recuerdos
tienen el leve brillo
de una joya perdida
aunque hay momentos
que merecen repetirse.


Soy un husmea-cosas
soy un cuenta-cosas
un cero grita bajo mis zapatos.


                                                                                           Mario Rivero


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