jueves, 28 de noviembre de 2013

POETAS INVITADOS VI. POETAS BOGOTANAS



Infancia

                                                                       A Martín Bustamante
                                                                                   In Memoriam

Un aroma me lleva al taller del abuelo;
el rumor de la sierra talando los cedros,
el olor a madera en mis manos,
cuando jugaba con el aserrín regado en el patio trasero.

Mientras esculpía,
removía del interior de los troncos
la savia que le daba vida a las horas de mi infancia.

Ahora comprendo, abuelo
ésta costumbre de abrazar árboles.

Paola Bustamante
Bogotá

De Taller de Poesía del Gimnasio Moderno
La Misteriosa Poesía, 2012




2

Olvido todo.
Menos a un perro amado, menos su ternura,
su enfermedad.
Humo la memoria que lo trae de vuelta
que desconoce mis manos

y las horas felices

Camila Charry Noriega
Bogotá
De El día de hoy
Garcín Ediciones, 2013



Mírenla
aprendió a digerir lo verdadero sin esperar la eternidad
a reconocer el peso en lo liviano
en lo liviano la carga
a rozar los labios del abismo
sin esconder las heridas de sus besos
a lavarse los reproches
restos de mierda que aparecen al borde de las hojas
pero se secan
pasan
como el deseo luego de recorrer un cuerpo arcano
como la rabia por el espacio violado
como un dolor de estómago
de muela
de olvido

Mírenme
terminé con la cosecha del corazón roto
casi nada me rompe
quedan pocos de esos que jalan y jalan la falda
los dejé por ahí
en el sudor de los espejos en las fiestas
en los ceniceros a punto de explotar
en la tristeza de humo barato de los andenes
en los ojos de los que nunca me amaron
en las ventanas del autobús
en la excitación de pasajeros extraños
esos que no recuerdan el peso de mis caricias
amnesia epidérmica

Diana Carolina Daza
Bogotá

De El nacimiento de la Gargoleana
Piedra de toque, 2013



Madre e hija

Esperamos
que vuelva el hombre
con las manos vacías
y se entregue
como alimento

Soledad Castresana
Buenos Aires - Bogotá
De Selección natural 
Fondo Editorial Pampeano 2011



                                                       POETAS BOGOTANAS


miércoles, 27 de noviembre de 2013

TISSOT


                                                           JAMES TISSOT
                                                                FRANCIA
                                                                1836-1902











LA INVITADA: CAROLINA CÁRDENAS. ESCRITORA. ** POEMAS DE CAROLINA CARDENAS


Carolina Cárdenas Jiménez

Escritora Colombiana. Especialista de Creación Narrativa de la Universidad Central. Licenciada en Humanidades y Lengua Castellana de la Universidad Distrital. Egresada del Diplomado de Escritores de la Universidad Central (TEUC) en el año 2006 gracias a una beca que ganó. Experiencia como directora y editora de la revista literaria “Gavia” de la Universidad Distrital, la cual fundó en el año 2005.  Ha publicado su obra en revistas universitarias. Ganó el segundo puesto de cuento (2006) de Estímulos a la Creación Artística de la localidad de Kennedy con el libro Parajes inesperados. Publicó el cuento Un desconocido en la antología de cuento Cenizas en el andén (2009). Ganó el segundo puesto en el II Concurso Nacional de cuento El Túnel y cámara de comercio Montería (2011) con el texto A la deriva. El poema La danza de las moscas fue seleccionado para ser publicado en la antología realizada por el taller de poesía del Colegio Gimnasio Moderno en el 2012. Quedó entre los veintidós finalistas de Cuento del Concurso Nacional de Cuento La Cueva con el texto Mañana será otro día. Publicó Somos náufragos (2013).  Sus cuentos han sido publicados por El Espectador. Pintora desde hace doce años. Entre sus técnicas más usadas se encuentra el acrílico, el pastel, el carboncillo y la tinta. Sus dibujos han servido para ilustrar algunos de sus cuentos. Ha expuesto en salones de fundaciones culturales. Libros inéditos Cuentos de hambre y nada, Instantes, La vida es un baile y las novelas Un encuentro de amor en la pintura y La tempestad.
Ha participado en diversos Encuentros de Escritores, que se han dado en Tabio, Facatativá,
Venezuela, Bogotá y La Habana.


http://carolinacardenasescritora.blogspot.com/p/resena.html

http://correctaescritura.blogspot.com/

                                    POEMAS DE CAROLINA CÁRDENAS JIMENEZ

La danza de las moscas

En el jardín
la infancia perdida columpia sus temores,
golpea con desfallecido aliento
telarañas del olvido
y tripulantes recurrentes del espacio.

Las moscas desvanecen recuerdos,
los mudan en muertas raíces,
cubren los sueños de
un vendaval deshojador.

La infancia perdida,
soporta el zumbido
persistente de las moscas,
tira su última carta:
juegos circulares, secretos prohibidos
golpe de mariposas innombrables.

El devenir,
asesino de tardes luminosas,
se posa en los párpados,
en el espíritu
de los niños recordados
que luchan contra el peso del tiempo.

Sin poder huir,
viajan y se marchitan,
cuando son memoria y pronto olvido.

De el Taller de Poesía del Gimnasio Moderno
La Misteriosa Poesía
2012 

Carolina Cárdenas Jimenez
Bogotá




AL FINAL DEL CAMINO
Cruza las puertas del hospital como si estuviera escapando de un mal presagio. Recuerda que antes de enterarse de la fatídica noticia su vida era tranquila y levitaba como una pluma. Una mujer al verlo, abraza con desconfianza a su pequeño y se aleja. Una anciana grita: ¡Dios mío! Y se santigua. Un señor que se encuentra en los últimos puestos de la fila se pregunta: ¿qué le habrá pasado?  Él no escucha lo que han murmurado. Sigue el pasillo con sus pasos de gacela perseguida. Se acerca a la ventanilla de la recepción. La mujer detrás del vidrio sin comprender qué le ocurrió al hombre, no musita palabra. Diego dice venir de muy lejos, Manila, y estar agotado. Desviando la mirada, observa sus zapatos manchados de barro, la chaqueta roída que cuelga de su cuerpo parece anunciar: mis ilusiones han sido enterradas. Piensa en que su piel se desvanecerá hasta convertirse en polvo.
La recepcionista recuperando el aliento lo interroga: ¿Señor, qué le ha ocurrido? ¿Por qué tiene sangre? Diego, con aire de tranquilidad, le explica que se encuentra bien, que lo importante es salvarle la vida a su hermano porque lo han desahuciado. Que solamente lo tiene a él, por eso debe encontrar el médico encargado antes de que sea muy tarde. Tocándose la barbilla nerviosamente le pide ayuda. Antes de que Diego siga hablando, la recepcionista le indica donde sentarse para tranquilizarlo. Ella hace varias llamadas para comunicarse con la enfermera jefe. Él permanece enmudecido, mirándose hacia adentro. El mundo podría romperse en mil pedazos y no se daría cuenta. La mujer está a su lado, pero no la ha sentido llegar. “Señor Diego, en el tercer piso, en el consultorio trescientos catorce se encuentra el médico Ruiz, encargado de ese caso. Sobre sus heridas, le recomiendo que se acerque a urgencias para que lo atiendan”. “Muchas gracias, pero me siento bien”. 
Se levanta y se aleja sin mirar hacia atrás. Al primer llamado a la puerta, el médico le abre y lo hace pasar con un gesto de preocupación. “siéntese por favor, ¿usted se siente bien? Sus heridas me preocupan”. “No se preocupe. Estoy bien”. El médico observa aterrado el rostro de Diego. “Tiene conocimiento del estado crítico de su hermano. Él es prácticamente un vegetal, lo que científicamente se llama muerte cerebral. Tendría que ocurrir un milagro para que volviera en sí. Entiende”. “Comprendo lo que me dice, pero podríamos darle una última oportunidad para que se despierte. Mire… seguramente pensara que estoy loco, pero algo que no puedo explicar me dice que abrirá de nuevo los ojos. Por favor, ayúdelo, no tengo a nadie más, es mi única familia” “Señor Diego, entiendo lo que siente. Vamos a esperar una semana más, si así usted lo desea, pero comprenda que las directivas del hospital consideran innecesario que el tiempo se prolongue más”. “Gracias, no sabe cuánto se lo agradezco”. 
El médico Ruiz levantándose de la silla le pregunta: “Dígame, ¿qué le ha pasado?” “Nada, estoy bien, son sólo unos moretones porque me caí y la sangre, usted sabe que la sangre es escandalosa”. “Espero que eso sea así. Sígame”. Al finalizar el pasillo llegan a la habitación. “Puede entrar y acompañarlo el tiempo que crea necesario. La enfermera lo ayudará en todo”. “Gracias de nuevo”. “Una última cosa, mándese a examinar”. “No, mi obligación es estar al lado de mi hermano. Además, ya le dije que no es necesario. Estoy bien”. “Mire, si presenta algún dolor hágaselo saber a la enfermera. No voy a seguir insistiéndole”.

Las horas pasan y Diego no se aparta del lado de su hermano, a pesar de que una punzada aguda se ha detenido en su abdomen. Sin separarse de él, le cuenta a media voz trivialidades como: la pérdida de cabello me fastidia y adoro Manila. La desolación se ha empezado a esparcir por la habitación. De pronto, su hermano mueve una de sus manos. Diego, inmóvil, lo mira sin creer lo que está viendo. Un dolor más agudo no le permite moverse, sin embargo, sonríe porque su hermano abre los párpados y le sostiene la mirada, al mismo tiempo sus ojos se pierden en un camino sin regreso. 


UN DESCONOCIDO
(Cuento publicado en la antología Cenizas en el andén, 2009)
Miró a su alrededor tratando de comprender dónde se encontraba. Cada una de las cosas que lo rodeaban le era desconocida. Al ver la cama en la que había dormido sintió temor y se arrinconó en una esquina de la habitación. Se golpeó la cabeza una y otra vez, se jaló el pelo y trató de recordar cómo se llamaba, por qué estaba allí y, lo más importante, quién era.
Timbró el teléfono y al querer levantar el auricular la mano no le respondió. No podía creer que no hubiese sido capaz de hacer algo tan insignificante ¿Qué pasaba con él? ¿Por qué no recordaba nada? ¿Por qué su cuerpo no había respondido? Quería golpear el aparato, destruirlo, demostrarle quién mandaba. Se fijó que en la pared, con algo que aparentaba ser tinta roja, estaba escrito el fragmento de un texto:
…pues la enfermedad psíquica de Haller es –hoy lo sé– no la quimera de un sólo individuo, sino la enfermedad del siglo mismo, la neurosis de aquella generación a la que Haller pertenece, enfermedad de la cual no son atacadas sólo las personas débiles o inferiores, sino precisamente las fuertes, las espirituales, las de más talento.
¿Quién escribió eso? ¿Qué quería decir? Leyó y releyó tratando de comprender su significado, aunque no entendía qué tendrían que ver aquellas palabras con él, con su no recordarse a sí mismo. En el fondo sabía que no podía separarse de ellas, que debía quedarse allí, porque tal vez en algún momento le mostrarían que no comprendería nada de su vida. Así que se acostó al lado de la pared, hasta olvidar la razón por la que estaba en ese lugar.
Al darse cuenta de que quedándose ahí no iba a resolver nada, se levantó y se dirigió al primer piso. Todo estaba cubierto de polvo e invadido de telarañas.  No cabía duda de que eran las arañas las nuevas inquilinas de aquel lugar. Al lado de una réplica del Saturno de Goya, descubrió otro fragmento:
El lobo, toda la vida humana no es sino un tremendo error, un aborto violento y desgraciado de la madre universal, un ensayo horriblemente desafortunado de la naturaleza.
Aquella frase no eran simples palabras, era una sentencia. ¿Acaso su vida era un error, algo horrible de la naturaleza? Empezó a sentir miedo de sí mismo y pensó que había escrito esto en algún momento para recordar, tal vez, quién era. Esta frase, junto con la primera, le hizo creer que él era una equivocación, un engendro de la naturaleza. Pensó en voz alta: «Seguro he olvidado lo pasado y lo que soy, porque mi espíritu evita recordarlo… Es algo de lo cual tal vez es mejor escapar… Tal vez estoy aquí encerrado en esta casa huyendo de lo que hice, pero, ¿qué pude haber hecho para no recordar quién soy?… Es posible que… ¡No! No puede ser…»
Una mosca peluda y verdusca revoleteó a su alrededor. La espantó pero siguió volando como si él nada pudiera hacer para que se alejara. Sintió la necesidad de tomar un vaso de agua. Al llegar a la cocina se dio cuenta de que había cientos de moscas, unas volando, otras en las baldosas blancas del piso y sobre la comida descompuesta, también en el lavaplatos, la loza, la estufa y el techo. Las moscas se movían por todos lados, y aunque trataba de espantarlas, de echarlas con sus brazos, con sus gritos, seguían allí, como si nada. Al lado de la basura vio algo que lo hizo retroceder… otro fragmento. Esta vez notó que estaba escrito con sangre:  
Nunca como en esta hora me parecía que me había hecho tanto daño la mera causa de tener que vivir…
Estaba seguro de que era su letra, las acarició con las yemas de sus dedos.
Si no estaba herido, entonces ¿de quién era toda esa sangre? Aunque empezaba a recordar cuál era su nombre, cuántos años tenía, los rostros de sus parientes más cercanos, en qué había estado trabajando durante varios años y que los fragmentos de las paredes los había leído antes en las novelas de Hermann Hesse, no le llegaba a la mente el instante en que la casa había dejado de ser un lugar limpio y cómodo para convertirse en un basurero, en una carnicería ¿Quién era el responsable de todo ese desorden?, ¿acaso él, que en un estado de demencia había asesinado a alguien? Recordó que nunca había sido violento ni agresivo con nadie, que la única persona que lo visitaba era su madre cuando él cumplía años, y que el hombre con el que tenía un romance desde hacía tiempo, jamás fue a su casa porque, a pesar de sus ruegos, no lo había invitado. Aunque en sus recuerdos muchas cosas habían empezado a esclarecerse, la más importante no: quién era.
Golpearon a la puerta bruscamente valiéndose de puños y palazos. Quiso abrir, pero una fuerza incomprensible se lo impidió. Retrocedió unos pasos, quedándose ensimismado. Empezó a creer que todo era un mal sueño y que su situación se solucionaría al despertarse, pero si era así ¿por qué los golpes en la puerta sonaban tan reales? Además, nada de lo que lo rodeaba aparentaba ser falso. Los golpes no dejaron de sonar durante más de cuarenta minutos, unas veces muy suave y otras con violenta desesperación. Escuchó la voz de una mujer mayor, al otro lado, llamándolo por su nombre. No pudo abrir ni pedir auxilio porque la voz no le salió. Lo último que la mujer dijo antes de irse fue: «Sé que estás allí, porque te he escuchado llorar».
Cuando oyó aquellas palabras no sabía si alegrarse o sentir miedo. Eso significaba que no estaba soñando. Era posible que estuviera loco, que su realidad no fuera esa. No recordaba haber llorado hacía muchos años. Sólo sabía que en el pasado trabajaba en una oficina y que llevaba una vida cómoda y sin problemas. No sabía en qué momento su casa, que recordaba limpia y organizada, se había convertido en un muladar.
Caminando de nuevo por la sala pensó que aquella voz le parecía conocida, de inmediato la asoció con su madre. Pero ¿por qué había ido a buscarlo si sólo lo visitaba el día de su cumpleaños? Su intuición le decía que hacía varios meses había cumplido años. Se dio cuenta de que la desaparición de sus recuerdos se remontaba a esa fecha.
Perturbado por las manchas de sangre y la suciedad, decidió limpiar la casa. Se dirigió al patio a buscar jabón, escoba y trapero. En un extremo de una pared vio otro fragmento escrito con la misma sustancia de los anteriores y en el piso un dedo. Leyó:
No tenemos una voluntad libre, aunque el párroco haga como si así fuera.
¿De quién era ese dedo? Se miró las manos: estaban bien. Recorrió la casa, temeroso por lo que pudiese descubrir. Ahora no sólo la cocina estaba atestada de moscas, sino toda la casa. Aunque esto era preocupante, sólo era cuestión de limpiar y desaparecerían.
Miró hacía el cuarto de ropas y fue consciente de que era el único lugar que le faltaba por revisar. La puerta estaba entrecerrada. La misma fuerza de antes le impidió entrar. Esta fuerza no estaba fuera de él, sino en su interior. Al mirar con atención descubrió una mano mutilada, un cuerpo, cubierto de moscas… Por fin, después de tanto luchar contra sí mismo y sus demonios traspasó la puerta. No era una pesadilla, había un cadáver en su casa. Sobre el piso, junto al cuerpo, un último fragmento:
Los suicidas se nos ofrecen como los atacados del sentimiento de la individualidad.
Al reconocerse en aquellos despojos, se dejó caer al lado de ese que ya no era su cuerpo. Permitió que las moscas volaran sobre él, tocó sin asco aquella piel y comprendió de qué se trataba todo.

Carolina Cárdenas
Bogotá

CHÁVEZ CASAZOLA


                                                       GABRIEL CHÁVEZ CASAZOLA
                                                                        BOLIVIA
                                                                             1972

Vuelo nocturno / Arte poética

El eje del mundo se ha movido hoy diez centímetros

a la izquierda o la derecha quién lo sabe
pero los poetas esta noche andan revueltos

y se descalzan
y entran al río
y se ponen
a atrapar
el resplandor
de las estrellas

a atraparlas
con las manos
en el agua.


El tiempo y las copas

Hay días en que la vida es como un champán muy ligero,
una efusión de burbujas y de luces

Hay otros -los más- en que es una cerveza un poco agria,
áspera pero al fin y al cabo refrescante

Noches en que existir es un ron profundo
denso y dulce, hecho de las melazas del deseo

Madrugadas como un absintio de los buenos
donde los dedos hacen líneas de luz en la penumbra

Mediodías radiantes y en molicie como un cóctel de tumbo bajo un molle

Tardecitas como un vino viejo y generoso

Atardeceres y alboradas de agua fresca

Minutos intensos como un shot de tequila

Horas que son como el último whisky antes de irnos.


Paso de Ecuador (o amor 77 revisited)

Poner la pila al reloj
encender el celular
y
-como aquellos olvidados personajes de Cortázar-
levantarnos, bañarnos, entalcarnos, perfumarnos, peinarnos,
vestirnos
y así progresivamente
volver a ser lo que no somos
o lo que somos,
que es aún peor.

Tantas horas desperdiciadas

minutos
años
décadas
haciendo filas esperando aviones
                      buses
                      trenes
perdiendo el tiempo encendiendo o apagando máquinas
vistiéndose o rasurándose o emperifollándose


3.416.400 minutos
perdidos, vaciados al vertedero de la nada


Y en contraste
cuán pocos los instantes verdaderos
aquellos
apenas
segundos o nanosegundos
en que entrevimos a Dios
en alguna de sus manifestaciones cristalinas
o fuimos como Dios
haciendo un hijo
o la línea final de algún poema.


Gabriel Chávez Casazola
Bolivia






lunes, 25 de noviembre de 2013

MÁRQUEZ CRISTO


                                             GONZALO MÁRQUEZ CRISTO
                                                            COLOMBIA
                                                                 1963

Génesis

Para sobrevivir nos arriesgamos a la memoria,
nos entregamos al vacío.

Ya conocimos el ave de rapiña del viento y la serpiente de agua.
El silencio jamás volverá a separarnos.

Regresamos al silex, escuchamos la oración del fuego.

Emprendemos el numinoso sobresalto. Vivimos la voracidad de los hallazgos
y el juego espectral del deseo.

El único fruto del árbol al que no podemos renunciar
es a su sombra.
Sufrimos la persecución de la primavera - y fue allí
donde la palabra se hizo verde.

Lo que más dura es el instante, lo que más oculta es la luz.

Cuando se interrumpe el tiempo alguien decide nacer.


                                               http://gonzalomarquezcristo.blogspot.com/

Restituciones

Pretendo que todo lo perdido se convierta en poema.

Las heridas como los huracanes tienen nombre. Y aunque ignoro porque a mi alrededor nacen los abismos , desde el origen fui mancillado por la felicidad, por su cima inclemente.

Las invasoras restas del recuerdo. La pugna de la raíz. la antigüedad del silencio...

No pongo flores en el cementerio del sueño, pero continúo a pesar de todas las arenas movedizas del espíritu.

La culpa que no te deja partir es el amor.

Y ahora la niebla, la lluvia, la ausencia...

El desequilibrio llamado belleza, la terrible orfandad de lo sagrado, la rosa ígnea que me guía en la desesperación...

Sé que el camino terminará por encontrarme.

Como todo lo que se hace visible para morir.

Gonzalo Márquez Cristo
Colombia




EL INVITADO: JORGE BIANCHI. POETA ** POEMAS DE JORGE BIANCHI


Jorge Bianchi nace en la ciudad de Burzaco en el año 1956, reside en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Actualmente publica sus poemas y escritos en varios grupos virtuales originados en las redes sociales tales como POETAS DE LA OSTIA, POEMAS DE RADIO DE MONICA MERA y otros.


                                          
                                                 POEMAS DE JORGE BIANCHI

Mi mejor poema

Estoy en una pecera
soy un pez que mira por el vidrio
tus ojos pasas,
los deseo tanto
cómo a aquel charco que dejó la lluvia
pero me queda lejos,
soy un pez, no un pájaro...


Cayó mi cabeza sobre el poema
así murió,
aplastado por el vacío,
la murga callejera sigue
nadie se dio cuenta que no estamos más,
la cultura es la que baila sin parar
sobre nuestros cuerpos idos,
silencio que sube por los ojos
de miradas distantes...


Mientras la selva sale de tus ojos
yo cuelgo de círculos irreales,
viene la noche
arrullame,
así disimulo mi muerte
envuelto en la piel de la avenida
después que todas las luces se apaguen,
mis olvidos van a llegar
despacio
no hay apuro,
dentro de la lágrima va toda mi vida;
dame la mano,
ahora si...

Jorge Bianchi
Argentina




domingo, 24 de noviembre de 2013

LANGE


                                                          NORAH LANGE
                                                           ARGENTINA
                                                              1905-1972

Afuera la noche

Afuera la noche
sacudiendo angustias.
Adentro, el corazón
fresco de amor
¡Como una hoja nueva!

Ventana

Ventana abierta sobre la tarde
con generosidad de mano
que no sabe su limosna.

Ventana, que has ocultado en vano
tanto pudor de niña.

Ventana que se da como un cariño
a las veredas desnudas de niños.

Luego, ventana abierta al alba
con rocío de júbilo riendo en sus cristales.

Cuántas veces en el sosiego
de su abrazo amplio
dijo mi pena
su verso cansado.


En el camino

En el camino hay un silencio de palabra imposible
la tarde reza en ermita de fuego.
Sobre el despoblado
hacen penitencia las sombras,
las estrellas columpian la escalera
por donde bajarán los ángeles a la tierra.
Mi vida se desangra gota  a gota.

La tarde es una sola lágrima clara
cada sombra es un latido que nos besa.
Cerca, más cerca
el corazón de la noche.

El silencio doblega los instantes.
Cada hoja es una palabra más
que dice la primavera este año
para perpetuar la emoción
cerró la noche la palabra que nacía.

Norah Lange
Argentina









viernes, 22 de noviembre de 2013

POEMAS DE VICTOR LÓPEZ RACHE


La ruta de la sed

Recordando tu adiós
cuántas veces
no he buscado tus labios en el cántaro roto
donde sólo la sed es perfecta.

Vuelve.
La soledad de mi cuerpo ya entendió la sed
como la temperatura mínima del fuego
y si tu ausencia
llega a vulnerar la unidad de nuestros deseos
la sed de mi alma será capaz de incendiar el mundo.

El agua es la ruta preferida por la sed,
la persistente lluvia
multiplica el desierto dentro de mí.

Vuelve.
La sed conoce en qué labios
el amor está siempre naufragando.



La casa

Cuánto sufrimos  para inventar la casa.
Siglos de imaginación
se consumieron diseñando la puerta
                                         a todos los caminos
Por fortuna un error
dejó la ventana de cara al infinito.

En sus habitaciones
construidas para compartir el pan y el goce
generaciones brindaron con amigos,
otras con fantasmas.
Hubo quien soñaba un niño
                   mientras cometía un crimen.

Y todavía queremos convertir
                                el viento en su techo.
Pero ciegos innombrables
amenazan ahogarla
en el fondo de la incesante hoguera,
y la ira del caos ya se concentra
en el único punto
                 donde guardábamos todos los misterios.



En tiempos normales

Una luz a las tres de la mañana
ha dejado de ser un misterio:

No anuncia el sencillo milagro
que perfecciona las artes de la desnudez,
ni convoca el resplandor
de los sueños de la materia.

A esta hora una ventana iluminada
simplemente oculta
la sombra que devora a un hombre.

Victor López Rache
Colombia



EL INVITADO: VICTOR LÓPEZ RACHE. ESCRITOR


Victor López nació en Toca, Boyacá en 1959.

Abandonó su carrera de Economía para dedicarse al estudio y la Creación Literaria.

Trayectoria:

1985 Otra orilla de luz
1987 Finalista en el II Concurso Latinoamericano de Cuento Ciudad de Florencia
1988 Finalista en el IV Concurso Nacional de Cuento Francis A. Newall
1990 Premio de Poesía Universidad Externado de Colombia
1992 La Casa, Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá
2000 Sin espejos, Premio Nacional de Poesía Imaginación para un nuevo milenio
2009 Sueños adelante, selección poética


http://www.festivaldepoesiademedellin.org/pub.php/es/Revista/ultimas_ediciones/74_75/lopez1.html

http://camilacharrynoriega.blogspot.com/2013/10/victor-lopez-rache.html


POEMAS DE LUISA FERNANDA TRUJILLO


Acallados

remoja los trapos en palabras
tapona el aliento a preguntas de sus bocas
despoja al día del atardecer
al llegar la noche

en los labios donde los besos anidaron las palabras
solo queda el merodear de las moscas

un atado de vida agonizante se hace ramo
en los troncos secos de follaje
en la tierra apretada y endurecida
de muertos desmembrados

                                                 Encadenados
                                                 todos los nombres

                                                     En memoria de todos los secuestrados de Colombia
                                                                                                                                2008




Deambula

cubiertas de escarcha
las almas deambulan
las esquinas

                               buscan la calle
                               donde el Sol
                                                           las toque
                                                                               las derrita

De de soslayo, prendada




Culpa

en una calle
un niño hace viejos los zapatos de caminar
descalzo

en una esquina
un perro jadea de hambre
por un pedazo de pan para su dueño

en un lugar que fuera parque
un columpio esconde el instante
en que acunó sonrisas

en una cama
el amor ya no se acuesta de temor a quedarse
dormido

en una ventana
nadie asoma por no airear
las sombras

en una escuela
las palabras se enmudecen de tragarlas
enteras

en una tumba
ya nadie pone flores porque los muertos se
marchitan más pronto que las flores

en un oratorio
el rezo se convierte en vocablo de ventrílocuo
de tanto sin sentido

en algún tiempo, una vez presente
alguien quemó incienso y ahuyentó el olor a
rancio de las culpas.

De Trazo en sesgo la noche



Huellas

no interesa adónde lleve tu camino
sigo con mis pies
las huellas de tus pies
para sentir que calzo
en ellas

De Trazo en sesgo la noche

Luisa Fernanda Trujillo
Colombia





LA INVITADA: LUISA FERNANDA TRUJILLO. POETA


Luisa Fernanda Trujillo nace en la ciudad de Bogotá, Colombia, es Poeta, Ensayista  y Comunicadora Social egresada de la Universidad Externado de Colombia.

Ha desarrollado su profesión como asesora de comunicaciones para proyectos de educación, capacitación y divulgación en entidades tanto del sector gubernamental como del sector privado.

Es autora y editora de textos escolares.

Ha sido catedrática de las Universidades Externado de Colombia, Universidad pedagógica e IMPAHU.

Publicaciones:

De soslayo, prendada (poesía) 2010
Trazo en sesgo la noche 2012


http://jorgeepardoescritor.blogspot.com/2010/12/poesia-colombiana-luisa-fernanda.html

http://www.laraizinvertida.com/cartografias/7-trazo-en-sesgo-la-noche-de-luisa-fernanda-trujillo-amaya/


POEMAS CORTOS


¿Dónde esta la vida?
detrás de que luz se esconde,
en que boca.
¿dónde está?
¿por qué no vuelve?



                                                Esta muerte lenta,
                                               esta muerte aquí instalada en el alma
                                               matándonos por dentro.



Siempre creí que las flores abren
cuando las roza un ángel,
siempre supe que los peces
son sueños de colores
que bucean en los ríos.



                                               Amar es sumergirse en mares tormentosos
                                               con una piedra atada al cuello.



Una hoja en blanco espera,
me juzga,
reclama.
                        Grita.
Una hoja en blanco
                       y la luna que atormentada huye.


                   Algún día nos encontraremos,
                             traerás sal entre las manos
                                       y yo estaré esperándote
                                                     con las heridas abiertas.



Aquí bajo tierra todo es tedioso,
malgasto mi eternidad
oyendo crecer las raíces de los geranios.
Aquí bajo tierra la soledad también duele.



                             Qué hago con esta vieja costumbre de compadecerme,
                                                  de romper espejos para no ver mi rostro,
                                                 de encender velas para espantar el miedo.



                                  ¿Siempre has sido mujer?
                                               -No-
                                 Un día fui manzana,
                                        otro día, un soplo de viento,
                                                 anoche fui tu sombra.


                                                                                         Sergio Antonio Chiappe
                                                                                                                    Bogotá

jueves, 21 de noviembre de 2013

BÉRAUD


                                                             JEAN BÉRAUD
                                                                 FRANCIA
                                                                 1849-1935



                                                                  Au café

                                                                    L´attente


                                                                    La modiste


                                                            La sortie du Bourgeois


POEMAS DE LAURO ACEVEDO


Gracias al otoño

Hoy quise escribir sobre mi padre
y
la hoja ha permanecido en blanco

porque
primero
quiero perdonarme

por no haber entendido su lenguaje

de seguro lo tuvo
y no me acuerdo

de seguro que quiso
y no me acuerdo

tal vez acudía a mí
con la mirada
cuando yo buscaba la palabra

tal vez acudía a mí
con la sonrisa
cuando yo buscaba la palabra

tal vez acudía a mí
con la violencia
cuando yo buscaba el abrazo

En ese eterno
tal vez
Y gracias al otoño
que insertó las hojas del dolor

en otros huertos de la memoria

hoy lo recuerdo

lo recuerdo
en el amplio patio de la casa

dando tierra a las plantas
que cuidadosamente cultivaba

por un tiempo largo
escuché el sonido del acero de la pala
entrar en los surcos de la mañana

lo escuchó aún saludar a los frutos de hortaliza
y llevarlos a la cocina de la casa

nunca nos dijimos nada
más allá del recuerdo de una foto donde me acompaña
cuando niño
y monto un enorme caballo de madera
aún ahí no me observa

si lo hizo alguna vez
no me di cuenta

por eso quiero perdonarme
porque a él
no le juzgo
menos ahora
que hace un tiempo largo
se fue

menos ahora
cuando el patio de la casa está
en silencio

sin embargo
sé varias cosas
entre ellas
que soy su semilla crecida en árbol
que en mis ramas florecen
las mañanas verdes
como las hortalizas cultivadas


que es mi sangre
su sangre

que de alguna manera cuando me siento triste
y recurro al silencio de la playa
ante el ir y venir del mar
él también observa el horizonte
a través de mis ojos
atentos al color del atardecer
porque soy la prolongación de su mirada
porque soy lo que sus brazos no pudieron abrazar
o no supieron abrazar

soy la simiente florecida de sus sueños
que aunque nunca lo supe
son mis sueños

la hoja ya no está vacía
contiene el texto de mi perdón
por esperar tanto
en la confusión
de
¿Quién perdona a quien?
me he perdonado

siento en mis ojos el rocío de un recuerdo alegre
en mis labios el sabor agridulce del vino de la melancolía
y en mi sangre
mi padre
como el auténtico origen
de
mi
corazón.

Lauro Acevedo
México






EL INVITADO: LAURO ACEVEDO. POETA Y ENSAYISTA


Lauro Acevedo reside en Ensenada, Baja California al noroeste de México.

Realizó sus estudios de Normal Básica graduándose como Profesor de Educación Primaria, inició su trabajo docente como maestro rural.
Es Licenciado en Lengua y Literatura Española.
Dirigió el Taller de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de Baja California, Extensión Universitaria Ensenada.
Uno de los fundadores del Grupo Cultural Mar de Fondo, hoy en día Ediciones Odra.

Poemas suyos han sido publicados en diversas revistas culturales de su país y hace parte de varias antologías.

Actualmente es editor, miembro del Seminario de Cultura Mexicana, profesor de Taller de Lectura y Redacción Literaria, Organizador de los ciclos de lecturas literarias: Voz que Florece, La Fiesta de los Poetas, Hojas de Otoño, Bajo el Calor de la Palabra.


http://losbordeslahoja.blogspot.com/


miércoles, 20 de noviembre de 2013

ORTIZ


                                               OMAR ORTIZ FORERO
                                                       COLOMBIA
                                                             1950

Nocturno

Aquí está la memoria.
En estos libros, testigos mudos
de su blanca piel de luna, está escrita su historia.
Hay que mirar por las hendijas, donde su sombra,
a esta hora se desnuda.
Nunca se piensa que la perfumada sábana del amor,
sea la mortaja.
Mi corazón arrastra un barrilete, como un niño
que suspende su vida en la levedad de una pluma.
Ahora, cuando la noche es más espesa
alguien arrastra el cadáver de una alondra.

El juego

El niño, asume el penúltimo naipe del castillo,
y justo, al momento de culminar su obra,
todo vuela de un alegre manotazo.

Nosotros, asumimos la acabada torre de los fracasos,
y desperdiciamos la ocasión
de volarnos la tapa de los sesos.


La calle de los viejos

Es en realidad un parque, pero como alguna vez fue calle quedó la costumbre de llamarla según la antigüedad de sus contertulios. No hay en verdad mucho que contar sobre una rutinaria reunión de jubilados que juegan ajedrez, tute y que saben de memoria quienes han sido los nosecuantos presidentes de la república, salvo, que una vez que fallecen, regresan a platicar con sus amigotes convertidos en ardillas o iguanas.

La astromelia

Sin el prestigio literario de la rosa
y carente del halo de misterio perturbador de la orquídea,
la astromelia
tiene la lozanía, el destello de luz
de las muchachas de barrio.
Flor y muchachas comparten lo fugaz del milagro,
lo que sin duda, eterniza su belleza.

Omar Ortiz
Colombia.