martes, 23 de abril de 2013

COTE


                                                     ANDREA COTE BOTERO
                                                                COLOMBIA
                                                                     1981

VER LLOVER


Sé que la lluvia también es un dios, atroz como el otro.
Lo sé porque veo a los hombres pronunciar alelados
los dos nombres posibles de la lluvia
en sus tardes más grises diciendo:

ven y bórralo todo,
ven y llénalo todo.

Y siento la fe del hombre que trabaja
por el premio de la lluvia,
que es el agua misma que la tocó a ella,
que la bañó a ella,
en la que ella ya durmió.

Y sé que a todos les espanta ese rumor a cuenta gotas
que viene con su misma cantata sin desuso
y obliga a correr apresurados y cerrar las puertas de las casas
que de no ser así se llenarían de lluvia
y serán de la lluvia hasta caer.


LLANTO


María,
hablo de las montañas en que la vida crece lenta
aquellas que no existen en mi puerto de luz,
donde todo es desierto y ceniza
y es tu sonrisa gesto deslucido.


Allí es Enero el mes de los muertos insepultos
y la tierra es el primer cadáver.
María, ¿no recuerdas?
¿No ves nada?
Allí nuestras voces son desecas
como nuestra piel
y se nos queman los talones
por no querer saber
de las casas incendiadas.


Hablo María
de esta tierra que es la sed que vivo
y el lecho en que la vida está enterrada.


Piensa niña,
en que esto no es vivir
y la vida es cualquier otra cosa que existe
húmeda en los puertos donde el agua si florece,
y no es hoguera cada piedra.


Acuérdate, María
que somos
pasto de perros y de aves,
hombres calcinados,
cortezas vacías
de lo que éramos antes.
¿De qué estás hecha? niña mía,
por qué crees que puedes coserle  la grieta al paisaje
con el hilo de tu voz,
cuando esta tierra es una herida que sangra
en ti y en mí
y en todas las cosas
hechas de ceniza.

En nuestra tierra,
los cuervos lo miran a uno con tus ojos
y las flores se marchitan
por odio hacia nosotros
y la tierra abre agujeros
para obligarnos a morir.





LECCIÓN ÚNICA SOBRE COSAS VIEJAS


Ya dije


no sé quién inventa el olor de las casas,


no sé.


Más aún si lo que te gusta es mirar desde arriba
la vista ruinosa de los tejados,
y la pared deslucida
y los muros
y las sucias puertas de las casas viejas de aquí.

Más aún,
si ya no recuerdas que
no es el olor
sino la bondad de las cosas
al exhibir su derrota.


                                                                                                 Andrea Cote

















No hay comentarios:

Publicar un comentario