domingo, 8 de diciembre de 2013

THOMAS


                                               DYLAN MARLAIS THOMAS
                                                               GALES
                                                            1914-1953

La conversación de los rezos

La conversación de los rezos que van a decir
el niño que va a dormir
y el hombre en las escaleras
que sube a su cuarto,  hacia su amor moribundo,
uno sin preocuparse de a quien conmoverá en su sueño,
y otro anegado en llanto por si ella a muerto.

Se transforman en la oscuridad, en el eco que saben ascenderá
desde el hombre en las escaleras
y el niño junto a su cama.
Desde la tierra verde
a los cielos que responden
los sonidos que producen ambos rezos
(por un sueño en tierra segura
y por el amor que muere),
se elevarán con igual congoja
¿A quién aliviarán?
¿Dormirá el niño a salvo
o el hombre llorará?

La conversación de los rezos que serán dichos
trata sobre vivos y muertos,
y el hombre en las escaleras
esta noche no hallará agonizando
sino vivo y caliente su cuidado amor.

Y el niño, descuidado de hacia quien
eleva su rezo,
se hundirá en una pena tan honda como su propia tumba,
y notará que la ola de ojos negros
a través de los ojos del sueño,
le arrastra escaleras arriba hacia alguien que ha muerto.


Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo

Cuando de pronto los cerrojos del crepúsculo
ya no encerraron el largo gusano de mi dedo
ni maldijeron al mar enroscado en mi puño,
la boca del tiempo sorbió como una esponja
el ácido lechoso en cada gozne
y se tragó los líquidos del pecho hasta secarlo.

Cuando el mar de galaxia fue sorbido
y liberado todo el lecho seco del mar,
envié a mi criatura para explorar el globo,
el mismo globo de pelos y osamenta
que cosido a mi mismo por mi mente y mis nervios,
mi frasco de materia ligará a su costilla.

Mis fusibles calcularon el tiempo para impulsar su corazón,
él estalló, hecho polvo hacia la luz
y celebró con el sol un pequeño sabático,
pero cuando los astros asumiendo su forma
dibujaron las briznas del sueño en sus ojos,
ahogó dentro de un sueño las magias de su padre.

Todo surgió armado de la tumba
el cáncer pelirrojo, vivo aún,
los ojos velados de cataratas con sus turbios tejidos;
algunos muertos deshicieron sus quijadas tupidas,
y hubo bolsas de sangre que soltaron sus moscas;
él supo de memoria el sendero de cruces funerarias.

El sueño navega las mareas del tiempo;
el áspero sargazo de la tumba
entrega a sus muertos en este mar tan laborioso
y el sueño mudo rueda por los lechos
donde las sombras comen el alimento de los peces
y a través de las flores emergen hacia el cielo.

Cuando de pronto giraron las llaves del crepúsculo,
y la leche materna fue dura como arena,
envié a mi propio embajador hacia la luz,
por truco por azar él se durmió
y por arte de magia se armó de una osamenta
para robarme los fluidos en su corazón.

Despierta mi durmiente hacia el sol,
trabajador en la mañana pueblerina,
y deja a este soñoliento en el sitio que yace;
han caído los cercos de la luz,
sólo quedan en pie los jinetes más diestros
y hay mundos que cuelgan de los árboles.

Dylan Thomas
Gales


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