martes, 18 de febrero de 2014

EL INVITADO: CARLOS AGUASACO. POETA


Carlos Aguasaco, Bogotá, 1975. Reside en la ciudad de Nueva York.

Es Profesional en estudios literarios de la Universidad Nacional de Colombia, Doctor en lenguas hispanas y literatura (Stony Brook University), Master en literatura (The City College of New York CUNY), Profesor de Estudios Culturales Latinoamericanos y Español en el Departamento de Estudios Interdisciplinarios en The City College of the City University of New York.

Fundador y organizador del Festival Latinoamericano de Poesía Ciudad de Nueva York.
Dirige la editorial Artepoética Press.

Es coeditor de 5 antologías:

Festival Latinoamericano de Poesía Ciudad de Nueva York 2013
Festival Latinoamericano de Poesía Ciudad de Nueva York 2012
Ensayos sin frontera  2005
Narraciones sin frontera: 27 cuentistas hispanoamericanos 2004
10 poetas latinoamericanos en USA 2003

Libros de poemas:

Conversando con el Ángel 2003
Nocturnos del caminante 2010
Antología de poetas hermafroditas 2014


http://www.artepoetica.com/

                                           POEMAS DE CARLOS AGUASACO

Del buen sentido

                                                                                     De una tela de Cesar Vallejo

Debo decirte madre,
Que existe un lugar en el mundo al que todos llaman Nueva York
Un lugar alto y lejano y aún más alto
Más alto que la iglesia en el cerro de Monserrate y sus palomas
sonámbulas
Más alto y lejano que el volcán en que pereció nuestra especie
y sus cenizas azules quemando nuestros rostros mestizos
Más lejano que yo mismo cuando fui a París a visitar a Vallejo
Más alto que Vallejo que ahora valleja a ras tierra
Alto y lejano como yo, visto desde abajo
Cuando salto desnudo a nadar en el Hudson
y encuentro inmigrantes tratando de alcanzar la costa
Sus cuerpos sin vida me llaman desde el fondo
y yo les hablo de ti, madre
de la mariposa que se fue de tu vientre
del día en que soñaste que yo era un enano
Madre, este lugar en el mundo al que todos llaman Nueva York
No es París, pero tiene una dama francesa que le sonríe a Europa
Al otro lado del teléfono, mi madre me desea primaveras
y aquí florecen las margaritas de plástico y sonríen las chicas con tetas
de goma
Madre, no me ajustes el cuello para que empiece a nevar, sino para que
cese de nevar
Déjame vagar por esta isla soberbia entre las luces del Show Business
Embriagame a solas con tu ausencia y comienza a vivir cansada de  mí.
ausente de mí, vacía de mí, sorda de mí, ciega de mí, muda de mí,
insomne de mí
Bajo esta muralla de sombras
yace un Titanic de granito y un niño que llora en los trenes subterráneos
La madre de otro hombre lo despierta y se acuesta en su cama
Nosotros madre, somos de otro tiempo
nuestra piel es cuero de tambor y jamás perderemos el acento.

Ventana

La ventana existe porque la observo, porque la creo,
porque en la oscuridad de los túneles del subway,
la ventana es un sarcasmo, prolongación de la oscuridad.
Ese gusano de plata, la ballena automática que se indigesta de hombres,
que se atraganta de lenguas, que se detiene a respirar,
que se convierte en rumiante, que traga, que mastica, que inhala,
que exhala, que no distingue entre razas, que pertenece al camino,
que parece haberse propuesto acabar con sus zapatos de hierro
y encontrar la luz en Queens al volver de Manhattan,
abre sus puertas y me deja entrar.
Una Babel acostada, rodante, peregrina, una Babel ambiciosa,
una torre que intenta alcanzar las entrañas del infierno,
me lleva en mi camino cada día hacia Harlem.
Renuncio  a releer el periódico, a mordisquear un Best Seller,
a engullirme de Hip-Hop, a concentrarme en mi horario,
y creo la ventana, la dejo aparecer en el techo, la dejo ser
redonda, rasgada, arabesca, la dejo ser una ventana.
Luego, como una rata en subway me interno, me extravío, me pierdo,
en busca de luz, de agua, de una alcantarilla en  Times Square
o de una oportunidad en Broadway.
La ventana existe porque la observo, porque la creo,
porque en la oscuridad de los túneles del subway,
la ventana es un sarcasmo, prolongación de la oscuridad.
El chiste magnífico que hace reír al idiota, al autista, al newyorkino,
al roedor que me habita desde que vine a esta isla.

Nueva York a ras de tierra

La saliva de un hombre se convierte en granizo
y cae desde los rascacielos directo hacia mi cabeza
¿Debo creer es una señal del cielo?
Quisiera escupir de vuelta y hacerle tragar su miseria.
Mis palabras son un viento frío que corta en las orejas
es mejor callarse y seguir el camino en busca de albergue.
Dormido en el autobús, sueño con una palabra convertida en flecha,
una pieza de hielo triangular capaz de cruzar el atlántico,
una paloma de viento frío, y de agua, que llegue hasta mi casa,
una imagen traslúcida que descienda sobre mi madre
y le deje saber que estoy vivo.

Carlos Aguasaco
Bogotá-Nueva York



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