viernes, 9 de mayo de 2014

FRÓES


                                                          LEONARDO FRÓES
                                                                    BRASIL 
                                                                       1939

Día de diluvio

Cuando llueve tanto en la sierra
y comienza a escurrir agua en la casa,
la gotera crece y la alberca se tapa
y se encharca el piso,
cuando no cesa el barullo insistente
del agua penetrando en todo y rodando,
me siento totalmente indefenso
y me disuelvo en esta casa anegada,
no logro aferrarme a nada  y oscilo
inconstante en la tormenta.

Cuando me abandono
y observo ante mi un animal,
un objeto más interesante
que yo y mis dolores
o mis inmoderadas alegrías;

y en el proceso dejo de lado
cualquier vestigio de lo que soy,
recuerdos, compromisos, fechas
o heridas que aún duelen;

me quedo inmóvil para no asustarlo,
me confundo con el animal,
ya sin saber a cuál de los dos
pertenece mi conciencia

Algo mayor se establece
en esta confusión:
la gloria, la belleza, el alivio,
la dualidad de la materia,
la eternidad.


Introducción al arte de las montañas

Un animal pasea en las montañas.
Se aruña la cara con las espinas del monte,
pierde el aliento
pero no renuncia a llegar al punto más alto.
Tanto es el esfuerzo
que solo reacciona avanzando.
No siente hambre, ni nostalgia, ni sed,
apenas confía en el instinto que lo guía.

Cuando llega a  la cumbre
conoce alguna libertad,
se dispersa entre las nubes,
cree haber alcanzado sus límites,
pero ignora
que ahora debe aprender a bajar.




Justificación de dios

Lo que yo llamo dios es mucho más vasto
y a veces mucho menos complejo
de lo que llamo dios.

Un día fue un avispero en la lluvia,
sentía el sufrimiento de los otros
y la paciencia de los insectos por construir
pese al agua.

También llamé dios a una puerta
y a un árbol que abracé
para recargarme de energía
después de una estruendosa derrota.

Dios es mi grado máximo de comprensión relativa
en el punto de total desespero
en que una flor se mueve
o un perro callejero solidariamente se me acerca.

Y también atribuyo la palabra dios
a los instintos más bellos bajo la lluvia,
notando que en el piso
ya brotó y falleció varias veces lo que llamo alma.

Leonardo Fróes
Brasil

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