viernes, 23 de mayo de 2014

BARBOSA


                                                 ANDRES BARBOSA VIVAS 
                                                             COLOMBIA
                                                               1986-2010

El ocaso

Era la hora aciaga en que murieron las palabras
era la hora del sol indeclinable en la pétrea agonía del alma sentada en la
ausencia
como reconciliándose con las sombras
como trayendo el mañana que es noche

Y es que tú
corazón
mirabas:
llamaban desde lejos,
como buscando el sosiego de un abrazo perpetuo
presintiendo el sueño largo de la tierra.

Era la noche en que los labios pesaron más en los hombros
que de inquietudes, que de soledad infinita
que de vida, yacían en la espalda
y las venas precoces del tiempo
dilatadas, que de pena
te anegaban.

Pobre de ti, sin palabras que te nombren
te has quedado sin el cuerpo de la alegría
se ha ido el pasado
se ha ido la energía y el pensamiento
en la noche fría has muerto...

en la noche que más pesa en el recuerdo.

Invocación a la vida

Vida mía
cansada de llevar mi carga
tú misma te convertiste en carga;
caíste con los frutos de mi mano
y dormiste largo tras la primera sonrisa.

Debilidad de mi alma
extensión ilímite sobre mis huesos
que cobijas este solo fastidio
este desgano:

Mirabas el bosque obtuso
los faroles gualdos
y sólo con eso te complacías,
dime por qué has partido,
por qué engibo antes de tiempo.

Como quien espera después de la hora
así
no te vi de nuevo
entonces por qué pesas tanto en el crepúsculo
por qué
si aún no ha anochecido.

Sé que vives porque te deseo...

Déjame beberte, vino secular
herido de amor, en la noche te invoco
¡que mis palabras sean la copa
que te conduzcan para siempre a mis labios rotos!


Mensaje en una botella

Estas palabras viven en el agua
pendientes de una esperanza
como afuera las embarcaciones, del mar que las mece.

Hablan solas
en lo profundo
de donde emergen sus sonidos y se confunden.

Ojalá no las calle el viento
y los hongos y las algas las dejen intactas
hasta que lleguen los oídos que las escuchen.

Estas palabras son ellas
tinta, líneas, curvas
alma, sesos,huesos y músculos.

Son ellas, no otro
no pan, no beso,
no caricias, no sonrisas, no más palabras.

Algo que alguien escribe
mero simulacro
de infinita necesidad y deseo.

Algo que reposa en una esperanza
como una flor en el agua
que navega hasta el fin de sus días.

Andrés Barbosa Vivas
Colombia

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