domingo, 12 de enero de 2014

HIERRO


                                                              JOSE HIERRO
                                                                   ESPAÑA
                                                                  1922-2002

Alegría

Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía.

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

De "alegría" 1947

Alegría interior

En mí la siento aunque se esconde.
Moja mis oscuros caminos interiores.
Quién sabe cuántos mágicos rumores
sobre el sombrío corazón deshoja.

A veces alza en mí su luna roja
o me reclina sobre extrañas flores.
Dicen que ha muerto, que de sus verdores
el árbol de mi vida se despoja.

Sé que no ha muerto, porque vivo.
Tomo, en el oculto reino en que se esconde,
la espiga de su mano verdadera.

Dirán que he muerto, y yo no muero.
¿Cómo podría ser así, decidme,
dónde podría ella reinar si yo muriera?

De "alegría" 1947



Llegada al mar

Cuando salí de ti, a mí mismo
me prometí que volvería.
Y he vuelto. Quiebro con mis piernas
tu serena cristalería.
Es como ahondar en los principios,
como embriagarse con la vida,
como sentir crecer muy hondo
un árbol de hojas amarillas
y enloquecer con el sabor
de sus frutas más encendidas.
Como sentirse con las manos en flor,
palpando la alegría.
Como escuchar el grave acorde de la resaca
y de la brisa.

Cuando salí de ti, a mi mismo
me prometí que volvería.
Era en otoño,
y en otoño llego, otra vez a tus orillas.

Y ahora que yo pensaba en ti,
constantemente
que creía...

Las montañas que te rodean
tienen hogueras encendidas.

Y ahora que yo quería hablarte
saturarme de tu alegría...

Eres un pájaro de niebla
que picotea mis mejillas

Y ahora que yo quería darte
toda mi sangre, que quería...

Qué bello, mar, morir en ti
cuando no pueda con mi vida.

De "Tierra sin nosotros" 1947

José Hierro
España




No hay comentarios:

Publicar un comentario