sábado, 9 de agosto de 2014

FUERZA DE LA PALABRA "MEMORIAS DE LA TIERRA"

  
                     V ENCUENTRO DE ESCRITORES FUERZA DE LA PALABRA
                                                 "Memorias de la tierra"


La primera hora del día

El alba asoma entre los cerros,
el gallo canta,
las flores abren,
el aroma del café fresco
inunda la estancia;
los hombres beben despacio
contemplan la llanura
a lo lejos las montañas
y tras de ellas el horizonte.

Es la primera hora del día
se encomiendan a Dios
y parten con sus sueños
a sembrar la tierra.


Cuando iban a lavar ropa al río

Las mujeres iban juntas a lavar ropa al río,
mataban la tarde contándose historias,
se echaban agua por encima y reían a carcajadas

las más jóvenes adivinaban rostros en las nubes,
se botaban boca arriba mirando el cielo,
suspiraban.

El río murmuraba entre las piedras cauce abajo,
el viento mecía las hojas.

Terminaban antes que la noche cubriera todo
y todo se hiciera oscuro;
recogían las totumas,
acomodaban las ropas mojadas en bateas
y juntas regresaban por el camino.

Cada vez más lejos
se escuchaba el murmullo del río.

A la mañana siguiente si alguna no aparecía
las demás mujeres se hacían la señal de la cruz
y con el credo en la boca exclamaban:
El Mohán se la llevó.



Páramo

Reino de niebla y silencio
por tus laderas el tiempo pasa despacio
recordando con nostalgia
los primeros días del mundo.

Serenos frailejones
arrullan la cuna de los dioses,
los ancestros duermen en tu tierra
profunda y oscura.

El cielo acaricia tu cumbre blanca,
el viento recorre tus caminos
como el amante que cierra los ojos.

Páramo, montaña vieja
formaste el temple de mi padre
y el temple del padre de mi padre

páramo de mis hijos,
santuario de las lágrimas
hoy te veo llorar.


El camino

El olvido cubre el camino,
el tiempo de la marchitez
tiñó las azucenas.

A lo lejos la casa en ruinas
es otro silencio.

Ya no se oye el canto de los pájaros,
sólo se siente al viento azotar las puertas
y gemir por entre las rendijas.

El bosque de árboles desnudos
añora la tibieza de los nidos:
yo soy como esos árboles
que envejecen con nostalgia.

La casa en ruinas
espera que le devuelva los días perdidos

pero yo soy como el camino
que el olvido va cubriendo.



Lamento

Soy la tierra,
a pesar de las heridas
aún respiro.

Has cortado tan profundo mi garganta
que ya no queda voz dentro de mi;
cercenaste mis alas,
arrasaste mis senos verdes,
profanaste mi vientre sagrado.

¡Hay tanta rabia en tu corazón Hijo mio!

Ya no me quedan lágrimas;
No hay consuelo para tanto dolor


Sergio Antonio Chiappe
Bogotá 


2 comentarios:

  1. Habla por tu boca de color y sangre, el dolor y el pasado, la niñez hecha hombre...y los bellos sabores de bocas desdentadas, dicen hoy del amor y soledad pasadas...pero que bien lo dices, Sergio, amigo querido...

    ResponderEliminar