lunes, 7 de abril de 2014

EL INVITADO: FERNANDO DENIS. ESCRITOR


Fernando Denis (seudónimo de José Luis González San Juan)  nace en Ciénaga, Magdalena en el año 1968.
Poeta y traductor.
Creador y director de la colección Libros de la Mohana.
Actualmente dirige la Colección Literaria La sílaba de agua

Es considerado como una de las voces actuales más originales en la poesía de américa latina.
Su trabajo ha recibido comentarios favorables de la crítica literaria de Colombia. De él el escritor William Ospina dice: " la más evidente virtud de la poesía de Fernando Denis es la originalidad"

Publicaciones:

La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner. 1997
Ven a estas arenas amarillas. 2004
El vino rojo de las sílabas. 2007
La geometría del agua. 2009



                                                  POEMAS DE FERNANDO DENIS

Música

No solamente has sido música para encontrarte.
También tu canto enrojeció los bosques donde fui forastero,
donde bebí el agua dormida que reflejaba tu desnudez
y los campos de uvas azules.
Recuerdo que tu música en esas florestas era una piel.
Música de Vivaldi, violines rojos,
canciones de amor eterno, rojos aposentos para la ternura.
Todos los pájaros de esta isla solitaria saben que tu música
arrulla el silencio de la memoria mientras duermes.

Y arde el rocío.
Arden en la sombra de tu cuarto los felinos.
Otra vez los gatos volvieron a tu sueño.
Recuerdo aún qué albos eran al llegar la noche.
En los muros, en los tejados,
las aves vigilan la luz de tu ventana,
el sonido de tu voz
reflejando el tiempo en los cristales.

Retrato

Otra vez va creciendo la luna en la
sombra vegetal.
El sueño te despierta, anochece,
vives en los lugares donde respiro
y bajo la misma luz donde te leo.
En el espeso follaje sestea otra luz.
El otoño; más allá, detrás del río
que es fiebre y juventud, el mar olfatea
el tiempo de los cazadores de aves
del Caribe
con colores más vivos.
Un viento estremecido de luz y arpegios
deslumbra en las aguas tus ojos
y tu boca
a punto de pronunciar tu nombre.
En la soledad mortal de los que trafican
con pájaros
y con colores,
el cielo enrojece
en los sensitivos paisajes de tu memoria.
En las azules atmósferas de las colinas
del norte.
Una niebla de cobre dibuja
mis manos, después el pecho y el rostro
allí donde tu deseo me hará recordarte.

La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner

¿No ves mi rostro enredado entre hilos de crepúsculos
haciendo estremecer los valles y las montañas?
El camino es la rueda del otoño atascada entre las nueces,
fuego de alas a orillas del tiempo.
Ya se acerca el cielo a la primera nota de las cuerdas,
ya el río es una ave dorada entre los juncos.
En el sueño del mundo hay astros que se despiertan,
y yo sobre el mar veo los buques incendiados,
castillos y murallas en ruinas sobre la hierba
donde antes estuvo el hombre
antes de sentir el destello de mis ojos azules.

Turner sabe lo que dijo el relámpago antes que la luz cegara
la tarde.

Mis manos han rendido los colores de tus dos polos,
las almas que en el mar se ahogaron embellecieron
este crepúsculo
y han llevado mi música por las arenas
hasta las bocas de los acantilados.
Acerca tu cuerpo, claro como un fruto bajo la lluvia,
y deja que tus labios se vuelvan de oro, ostenta este sol
que hiere los párpados del otoño,
besa esta eternidad que bebe con sus labios
todas las orillas del mundo.
Haz que sobre el sueño no vuelvan a apagarse las antorchas.
Que el más extraño de los espejos arrancados a las mareas
no se apague,
busca en su fondo un ciervo encendido,
una pupila radiante del color de los pájaros
en las islas de Homero.
Ya casi es de noche en los rostros amargos de las estatuas,
y bajo las pasiones mortales tu nombre arde
y se cierne sobre el mar como el musgo sobre la roca
y salpica el ceniciento corazón de la primera estrella.

Fernando Denis
Colombia



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