miércoles, 9 de octubre de 2013
POEMAS DE JORGE ANDRÉS ACEVEDO
Una mosca
Te debo el dolor.
Te debo que el corazón en el pecho se estrelle
como una mosca buscando la luz.
Se estrelle. Se estrelle. Se estrelle
Hasta que duelan las alas
de tanto volar hacia un cielo
al que no se llega, no se llega, no se llega.
Hasta que duelan los millones de ojos
de tanto empujar con la cabeza
porque si el cielo está ahí
entonces hay que ir, hay que ir, hay que ir
no importa que duela que duela
tanto
que duela tanto.
Te debo el dolor a ti
que eres de cristal. Un cristal que no se rompe. No se rompe
Te debo que me duela el corazón
porque es con eso que te golpeo.
Querer
Tal vez no tengas ganas de amar.
Tal vez sea solo el deseo de soplar el vapor
del café mientras te miro,
y correr para llegar a tiempo
para que no te enfades.
Y tal vez no sean ganas de tocarte
sino la necesidad de que duelan las líneas de las manos
donde está el futuro
Tal vez no tenga ganas de amar
y sean solo ganas de que me rompas el sueño
de sentirme malo.... maldito entre los hombres buenos.
Ganas de morder tu boca, y que digas basta
detente me duele
bésame de nuevo.
Tal vez solo tengo ganas de ver la ciudad en un lugar solitario
oscuro y alto
y creer que soy poeta
porque veo figuras románticas en las sombras de nuestros cuerpos
y creer que te amo, solo por que estás conmigo cuando la ciudad murmura
a cada constelación, y les apunta con el color del fuego,
y creer que te amo, solo porque las flamas del asfalto se reflejan en tus pupilas
y pega el viento en las mejillas
cuando te abrazo.
Solo por eso.
O tal vez tengo ganas
Pero.... el amor no es hacer sonar los tornillos en el hierro oxidado
ni parquear en el último rincón de los sótanos
ni escoger el helado de yerbabuena, ni comprar frascos de chocolate líquido
ni sentir el dolor en el corazón cuando te marchas como la sombra que siempre fuiste.
Tal vez no tenga ganas de amar. Y así debe ser. Pero creo que es solo la hora
y el día. Y tu voz que queda en el aire
y la vocación de soñador
y la buena fe. Y la duda
Y la mala suerte
Y la costumbre.
Tal vez no tenga ganas de amar, solo podría ser.... quizá.
Tal vez.
Probablemente.
5 de abril
Dios
que no crees en mí.
Dios
que no sigues mis mandamientos.
Dios
ebrio, fumador y tahúr
apostador de almas.
Dios
de mil caras
cientos de idiomas
varios sexos
.
.
Busquemos un árbol
busquemos un rincón oscuro
donde ya no nos miren.
Allí
para arrodillarnos, dios
para que muestres tu devoción
darte vuelta
ídolo
de metal,
hacer brillar un lirio
ante tus ojos, dentro de ti.
Dios
caminemos en las calles
oscuras, solitarias
cargando esta cruz
que nos hace creer que nos miran.
(Nos miran dios,
nos miran
descubrirán que convierto
en vino, tu saliva, dios)
(nos miran, dios,
nos miran
se convierten en sal;
se les inunda la casa
y se quedan sin aire, dios, sin aire
cuando te rompo las vestiduras
y penetro tu costado,
cuando me das de beber
vino amargo desde un hisopo)
Dios
que me niegas
dios
que no crees en mí
resucitaremos mañana
y mañana
y muchas veces
para crucificarnos en los brazos del otro.
Jorge Andrés Acevedo
Bogotá
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario