sábado, 5 de octubre de 2013
OQUENDO
XAVIER OQUENDO TRONCOSO
ECUADOR
1972
La playa
Por las arenas pasan las muchachas
que han decidido poblar el planeta
con sus formas y sus dioses.
Por las arenas pasan los muchachos
que complacen los deseos femeninos
con una inocente sonrisa que juega.
El mar, por esta vez, es solo anécdota.
Las monedas
El dinero brillaba como petróleo.
Con él nos pusimos a vivir. Construimos una casa
enorme que nos cayó encima.
Hacia él volvimos, pero os dio duro. Nos
rompió la cara con sus monedas prietas.
Nos quedamos los de siempre, solos, pero firmes.
Robles tiernos que no quieren hacer de la leña
carbón de parrilla.
Quisimos visitar a la madre del dinero y pedir la mano de su vástago.
Luego acostarnos con él y hacerle un hijo que grite en oro.
Pero siempre pudo más que nosotros. Un día se fue y nos dejó unos cigarrillos
para que los fumemos en las penas.
Mochileros
Queríamos ser los apóstoles del mundo.
Vimos el mar, abrazamos las olas.
Los amigos abrían sus mochilas,
sacaban la cerveza
mientras la espuma del agua
llenaba las botellas de algún pirata cojo.
Nos hicimos amigos
y el mar era testigo. Y los cangrejos,
que tenían una marcha tan parecida
a nuestra dolorosa vida de amanecer.
Deuda
Le debo un poema a los chopos,
al caballo del Cid
que inventó el castellano,
al dios de los árabes
y al de los judíos.
Un poema a la arcilla
que inventó las vasijas,
a las estaciones del tren de Barcelona,
a los arupos que se cansan de escribir color,
a las cordilleras, los deshielos, los caminos;
y a las aguas,
siempre.
Irreductiblemente a las aguas.
Xavier Oquendo
Ecuador
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario