miércoles, 20 de noviembre de 2013
ORTIZ
OMAR ORTIZ FORERO
COLOMBIA
1950
Nocturno
Aquí está la memoria.
En estos libros, testigos mudos
de su blanca piel de luna, está escrita su historia.
Hay que mirar por las hendijas, donde su sombra,
a esta hora se desnuda.
Nunca se piensa que la perfumada sábana del amor,
sea la mortaja.
Mi corazón arrastra un barrilete, como un niño
que suspende su vida en la levedad de una pluma.
Ahora, cuando la noche es más espesa
alguien arrastra el cadáver de una alondra.
El juego
El niño, asume el penúltimo naipe del castillo,
y justo, al momento de culminar su obra,
todo vuela de un alegre manotazo.
Nosotros, asumimos la acabada torre de los fracasos,
y desperdiciamos la ocasión
de volarnos la tapa de los sesos.
La calle de los viejos
Es en realidad un parque, pero como alguna vez fue calle quedó la costumbre de llamarla según la antigüedad de sus contertulios. No hay en verdad mucho que contar sobre una rutinaria reunión de jubilados que juegan ajedrez, tute y que saben de memoria quienes han sido los nosecuantos presidentes de la república, salvo, que una vez que fallecen, regresan a platicar con sus amigotes convertidos en ardillas o iguanas.
La astromelia
Sin el prestigio literario de la rosa
y carente del halo de misterio perturbador de la orquídea,
la astromelia
tiene la lozanía, el destello de luz
de las muchachas de barrio.
Flor y muchachas comparten lo fugaz del milagro,
lo que sin duda, eterniza su belleza.
Omar Ortiz
Colombia.
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