miércoles, 6 de agosto de 2014

OSPINA


                                                            WILLIAM OSPINA
                                                                  COLOMBIA
                                                                       1954

Ciervos

Sobre la luna hay muchos ciervos, pero sólo uno es rojo.
Los ciervos blancos querrían destruirlo, porque temen
que esa mancha sangrienta en la noche despierte a los demonios.

Pero los demonios sólo fingen dormir.


Nuestros muertos

No están en parte alguna,
ya son hierba y estrellas,
pero su sombra enturbia las palabras
y sólo a veces pasan por la mente,
vagan por nuestras almas, reclamando
lo que nunca les dimos.



Ciego

Como las sensitivas antenas del insecto
el báculo del ciego va explorando el espacio.
Es un rumor la tarde,
honduras y declives,
peligros que previene un cauteloso oído.
Para él está en las voces
la belleza que hallamos en los rostros,
la rosa está en el viento,
y en la alegría de los vendedores
la bruma roja que flota al oeste.

El geólogo

Aquí hubo un mar hace un millón de años.
El hombre no lo sabe, mas la piedra se acuerda.
Pártela: hay un cangrejo en sus entrañas,
todo de piedra ya, forma magnífica
que se negó a ser polvo.
Ante el peñasco y el guijarro, piensa
que acaso fueron seres dolorosos,
sangre y pulmones palpitantes.
Entre la ciega roca
y el trémolo extasiado de la salamandra
tan sólo hay tiempo.

Ellos son poderosos

No digas que tienes sed, porque te darán un vaso con tu sangre.
No digas que tienes hambre, porque te servirán tus dedos cortados.
No digas que tienes sueño, porque te coserán con hilo los párpados.
No digas que amas a alguien, porque te traerán su corazón putrefacto.
No digas que quieres al mundo, porque multiplicarán los incendios.
No digas que buscas a Dios, porque te llenarán de brasas la boca.
No digas que está bello el rocío que dulcemente cubre los campos,
porque en cada gota celeste inocularán pestilencia.

William Ospina 
Colombia

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